El Omoda 5 es uno de esos todocaminos que pones en la balanza de los pros y los contras y, aunque tiene puntos mejorables, son bastante nimios. Sin embargo, lo que realmente importa convence, como el precio, la tecnología o el equipamiento, de forma que es una opción difícil de ignorar. Y prueba de ello es que, en 2024, su primer año completo en España, ha vendido casi 7.786 unidades, consolidándose como la gran sorpresa china. Texto y fotos: Juan Luis Franco. Prueba publicada en AutoRevista 2.400
No estamos ante un fabricante cualquiera ni una marca cualquiera. Omoda es propiedad de uno de los fabricantes más importantes de China, Chery, que además es socio de Ebro, la marca que fabrica sus modelos en las antiguas instalaciones de Nissan en Zona Franca (Barcelona) y donde este mismo año, tras el verano, empezará a fabricarse, presumiblemente, el Omoda 5 en Direct Knock Down (DKD), mismo formato semiensamblado que ya emplea EBRO. Para acabar de enredar la madeja, digamos que el 20% de Chery es propiedad de Shanghai Automotive Industry Corporation (SAIC), dueña de MG.
Era importante hacer estos últimos apuntes porque MG, en su primer año completo en nuestro país, allá por 2022, vendió casi 7.000 vehículos, mientras que rondó los 31.000 el año pasado. Justo 2024 ha sido el primer año completo de Omoda en España y ha matriculado 7.786 unidades del Omoda 5, convirtiéndose en la gran sorpresa china. Esto nos hace presagiar un futuro muy prometedor, más aún si tenemos en cuenta que, con motor gasolina 1,6 de 145 CV y en versión Comfort (básica) es el modelo de su categoría con cambio automático más barato del mercado (26.265 euros). El superior o Premium cuesta 29.900 euros, el tercero más barato, por delante del anterior y del Mazda CX-30 2.5 e-SKYACTIV G, que cuesta 20 euros menos, pero al que supera con creces en equipamiento de serie.
El Omoda 5 Fase 1 comenzó a venderse en febrero de 2024 y poco después, en septiembre, llegó el Fase 2, que rebajó la potencia 40 CV, de 185 a 145 CV. Esta actualización abarcó algunos aspectos más, desde el diseño exterior e interior hasta mejoras mecánicas y de equipamiento, y respondía, según la marca, a su filosofía de mejorar continuamente sus productos en base al feedback de clientes y de la prensa especializada del sector.
Así, en el exterior se incluyó el nombre Omoda entre las ópticas traseras, aportando una identidad más definida al vehículo, y se incorporaron de serie barras en el techo, capaces de soportar 75 kilos, aumentando su versatilidad de carga. Asimismo, se mejoró la eficiencia de los sensores de aparcamiento situados en la parrilla delantera, se añadió un apéndice aerodinámico sobre el portón y se estrenaron nuevas llantas de 18” con baja resistencia al viento y neumáticos Kumho.
Mucho más llamativa es la renovación interior, que, con una elevada calidad de acabado, mantiene un diseño elegante y ergonómico. La doble pantalla integrada ahora es más delgada y amplia, con dos paneles LCD de 12,3” que sustituyen a las anteriores de 10,25”. Además del mayor tamaño, el sistema digital incorpora menús rediseñados y una interfaz más intuitiva. Aun así, y aprovechando la oportunidad que Omoda brinda a la prensa de mejorar su producto, no estaría de más que el cuadro de instrumentos utilizase colores de mayor contraste para facilitar su lectura (por ejemplo, el verde fosforito que emplea en el testigo de luces y en algunos ADAS, que apenas se identifican).
Por otro lado, el control del vehículo es multimodal: desde la pantalla central, el volante, la consola y un renovado asistente de voz que responde a “Hola, Omoda” desde cualquier asiento. Durante la prueba, no funcionó demasiado bien, obligando una y otra vez a repetir las órdenes (en ocasiones, te llegaba a preguntar: ¿qué pasa?, como si estuviese cansando de contestar), además de contar con muy pocos comandos.
En cambio, la conectividad está asegurada con Apple CarPlay y Android Auto inalámbricos (fundamentales, ya que carece de navegador y hay que utilizar el smartphone en su lugar), múltiples puertos USB y una toma de 12V en ambas filas. La nueva consola central flotante integra botones físicos de acceso rápido (uno de ellos, el que activa la simulación del sonido de un motor deportivo o Super Mode, se lo podían haber ahorrado o, al menos, haberlo integrado en la pantalla, ubicando en su lugar, por ejemplo, uno de acceso directo a los ajustes del vehículo). También cuenta con compartimentos ocultos y una base de carga inalámbrica de 50W, optimizando funcionalidad y comodidad.
Y ya que hemos empezado con el equipamiento, sigamos con él, porque es muy completo e incluye de serie, además de lo comentado, faros y pilotos LED, arranque y acceso sin llave, climatizador automático bizona, tres modos de conducción (Normal, Eco y Sport), portón trasero eléctrico… a lo que en materia de seguridad añade alerta de colisión frontal, frenada automática de emergencia, sistema de advertencia de apertura de puerta, control de crucero adaptativo, asistente de circulación en atascos, asistente de permanencia de carril con alerta de cambio involuntario (su funcionamiento no está demasiado afinado y resulta brusco en ocasiones), detector de ángulo muerto, cámara panorámica de visión 360º, sistema de monitorización del conductor (muy intrusivo), asistente inteligente de velocidad (ISA)…
En cuanto a habitabilidad, acoge sin problemas a cuatro adultos, porque un quinto en la plaza central trasera no sólo viajará incómodo él, por poca ergonomía del respaldo, sino también el resto, por falta de espacio a nivel de los hombros. No falta, en cambio, ni altura ni espacio para las piernas detrás y resulta bastante cómodo. También delante obtiene buena nota en confort, con unos asientos ergonómicos, regulables eléctricamente, calefactables y con ventilación, que forrados en piel sintética elevan la calidad percibida, gracias a la combinación en el interior de acabados cromados en puertas (tirador, altavoz y mandos de elevalunas) y negro brillante en distintos mandos (luces, selector de marchas…). Y suma más puntos la accesibilidad de los mandos y sencillez de manejo, aunque algunos, como los de las luces, están alejados de la vista y de la mano y, por tanto, su ubicación es mejorable.
Por lo que respecta a la capacidad de carga, con 370 litros, se queda corto para un todocamino que mide casi 4,4 metros de longitud, cuando todos sus rivales están por encima. Y el problema no es la profundidad, que es amplia, sino la altura, que se ve recortada al contar con un segundo piso para albergar objetos pequeños y un tercero, donde se aloja la rueda de repuesto de emergencia.
Mecánicamente, está equipado con un motor de gasolina de 1.598 cc que desarrolla 145 CV y un par motor de 275 Nm, que cuenta con sistema de combustión inteligente iHEC y sincronización variable de válvulas de admisión y escape, entre otras tecnologías. A él se asocia idéntico cambio automático de 7 velocidades que el del Fase 1, pero más afinado en desarrollos y relaciones para mejorar el equilibrio entre prestaciones y sostenibilidad, permitiendo al Omoda 5 cumplir con la normativa Euro 6e. Así configurado, acelera de 0 a 100 km/h en 10,1 segundos y alcanza una velocidad máxima de 195 km/h. Asimismo, la marca promete una rebaja de consumo del 6,7%, que homologa en 7 l/100 km, y del 6,5% en emisiones, que rebaja a 159 g/km. Durante la prueba, el consumo medio ha sido de 8 l/100 km, con picos de 9,2 l/100 km en ciudad y mínimos de 6,2 l/100 km en carretera.
Al volante, el Omoda 5 se desenvuelve bien en ciudad, gracias a la ligereza que aporta la dirección eléctrica y a la buena combinación entre motor y cambio, aunque el freno es algo enérgico al primer roce, resultando algo incómodo en tránsito urbano.
Casi lo mismo podría decirse de su comportamiento en autopistas y autovías, aunque aquí se echa en falta una dirección que transmita más lo que sucede bajo las ruedas y una transmisión que permitiese gestionar los cambios manualmente, lo que aportaría más suavidad a las bruscas reducciones de la caja Getrag. En cambio, aquí el freno es más dosificable y progresivo. En cuanto a las suspensiones, aportan confort de marcha, sin que apenas se noten las irregularidades de la carretera ni balanceos y cabeceos de la carrocería en frenadas bruscas o en las suaves curvas de este tipo de trazados.
Es en carreteras de montaña o en conducción deportiva donde se palpa la ausencia de información de la dirección, que además tiende a abrirse más de lo que marcamos en el volante; es decir, muestra su carácter subvirador. También es aquí donde más se echa de menos unas levas para el cambio manual y donde las suspensiones se notan un poco más débiles, de forma que los balanceos se dejan notar, aunque tampoco en exceso. Como resultado, hay que saber jugar bien con los pies para entrar en la marcha y con el agarre que querríamos en virajes pronunciados, bien es verdad que el modo de conducción Sport ayuda.
El Omoda 5 ha irrumpido con fuerza en el mercado español, demostrando que los fabricantes chinos han llegado para competir con una combinación de precio, equipamiento y tecnología. Con una evolución rápida y mejoras constantes, su crecimiento sigue la estela de MG, apuntando a un futuro prometedor. Sin embargo, hay detalles por pulir, pero, aun así, su relación calidad-precio lo convierte en una opción muy atractiva en su segmento.
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