El pasado 31 de enero se produjo la salida oficial del Reino Unido de la Unión Europea, una fecha que se ha ido postergando desde su referéndum celebrado en junio de 2016. Para el sector de la automoción supone un reto más que superar durante este año y lograr adaptarse a las posibles consecuencias que esto pueda traer.
Durante 2019, la producción de vehículos en España creció un 0.1% alcanzando la cifra de 2,82 millones de unidades producidas, de los cuales más del 80% fueron enviadas fuera de nuestras fronteras, siendo el mercado europeo nuestro principal destino. Francia, Alemania, Reino Unido e Italia son los principales importadores de vehículos "made in Spain". Solamente, el Reino Unido supuso el 13,6% de las exportaciones, creciendo más de un punto respecto al año anterior, acumulando más de 314.000 unidades con destino los concesionarios británicos. Es el primer año que crece desde el referéndum: en estos tres años, Reino Unido ha pasado de suponer el 14,5% de nuestras exportaciones al 12,5% en 2018. Las dificultades de su mercado, unido a la devaluación de la libra, ha afectado una relación comercial muy intensa y que es necesario preservar.
Un Brexit sin acuerdo supondría un coste muy elevado para el sector, en el caso de España, de 700 millones de euros anuales por el aumento de los aranceles, tanto de vehículos como componentes, así como los costes administrativos en aduanas, lo que incide sobre la competitividad de la fabricación española. Actualmente, los vehículos de nuestras fábricas con destino Reino Unido tienen un valor de 3.600 millones de euros.
Tanto la industria británica como la española se han beneficiado en los últimos años de las buenas relaciones comerciales entre ambos países, por lo que es vital, que independientemente de su salida de la Unión Europea, el acuerdo que se alcance mantenga puntos tan vitales como la no imposición de aranceles, la menor fricción posible en frontera y evitar cualquier divergencia regulatoria que pueda implicar trabas en el comercio entre ambas áreas geográficas.
Es de especial preocupación las posibles fricciones en frontera ya que el sistema de fabricación del automóvil mantiene niveles muy bajos de stock al haber creado una cadena integrada con los fabricantes de componentes. Cualquier situación diferente al flujo actual de entrada y salida de los componentes supondrá un aumento de los costes para los fabricantes españoles. ACEA, ha estimado que unos estrictos controles fronterizos podrían afectar a la recepción de componentes en la cadena de producción y conllevar un coste de 57.400 euros por minuto.
Necesitamos, dadas las circunstancias, un acuerdo ambicioso.
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