El círculo Neutral in Motion, que engloba a las principales asociaciones de automoción y vehículos de España como AEDIVE, AER, ANESDOR, ANFAC, ASCABUS, FACONAUTO, FENEVAL, GANVAM y SERNAUTO, acaba de presentar el segundo de sus papers divulgativos, tratando en esta ocasión el tema de la ecomovilidad. Esta segunda entrega explica las diferencias entre el vehículo eléctrico de batería, el vehículo híbrido, el vehículo eléctrico o de pila de hidrógeno, el vehículo de gas, el vehículo ligero eléctrico, y el vehículo ligero de combustión eficiente. A continuación, detallamos un resumen de la definición de cada tipo de vehículo recogida en el citado paper de Neutral in Motion.
Los vehículos eléctricos de batería, también conocidos como BEV (Battery Electric Vehicle), son un tipo de vehículos que se desplazan utilizando exclusivamente la energía eléctrica almacenada en una batería recargable. Estos vehículos son completamente eléctricos y no dependen de fuentes de suministro de combustibles fósiles.
Algunos de estos vehículos también cuentan con sistemas de frenado regenerativo, que permiten recargar la batería aprovechando la energía generada durante el frenado del coche. Se trata de coches eléctricos puros amigables con el medioambiente, que no emiten gases nocivos a través del escape. No generan emisiones contaminantes y contribuyen a la reducción de la polución del aire. Se recargan conectándolos a la red eléctrica, mediante un enchufe y un punto de carga dedicado.
Este tipo de vehículos se identifican con la etiqueta ‘Cero Emisiones’ que emite la Dirección General de Tráfico (DGT).
Un vehículo híbrido es aquel que combina un motor eléctrico con uno de combustión, generalmente de gasolina. Esta combinación permite reducir tanto el consumo de combustible como las emisiones de gases de efecto invernadero y partículas, aunque en diferentes proporciones según el tipo de híbrido.
Los vehículos híbridos hacen una contribución significativa a la sostenibilidad, ya que su funcionamiento eficiente y la capacidad de utilizar energía eléctrica reducen la dependencia de los combustibles fósiles.
Este modelo forjó las bases y con el cambio de milenio, la tecnología híbrida dejó de ser anecdótica para convertirse en popular, gracias a la creciente preocupación global por el cambio climático. Actualmente, son pocas las firmas de automóviles que no ofrecen, al menos, un modelo híbrido en el mercado.
Hoy en día, existen dos sistemas principales de hibridación según el Real Automóvil Club de España (RACE). Los vehículos híbridos convencionales (HEV) cuentan con un motor de combustión interna como motor principal y se apoyan en un motor o más eléctrico y una batería. Los vehículos eléctricos híbridos convencionales son clasificados con la etiqueta ‘ECO’ por la Dirección General de Tráfico (DGT) en lugar de ‘Cero Emisiones’.
Por otro lado, los vehículos híbridos enchufables (PHEV), cuya etiqueta es ‘Cero Emisiones’ siempre que su autonomía eléctrica alcance los 40 kilómetros, disponen de un motor eléctrico más potente y una batería con capacidad para propulsar el vehículo por sí sola durante una determinada distancia (aproximadamente entre 30 y 60 kilómetros, dependiendo del modelo). Estas baterías se recargan en la red eléctrica, ya sea en puntos de conexión públicos, como las electrolineras o instalaciones en centros comerciales y hoteles, o en postes privados ubicados en los hogares de los propietarios de estos vehículos.
Además, aparece un tercer sistema de hibridación que engloba a los vehículos de hibridación suave —o microhíbridos—. Se basa en un alternador que se denomina reversible, gracias a su capacidad, tanto de generar electricidad para recargar la batería y alimentar los accesorios del coche, como de arrancar el propio motor del automóvil mediante una correa conectada al cigüeñal.
Los vehículos eléctricos de hidrógeno, también conocidos como “Fuel Cell Electric Vehicle” (FCEV), representan un avance tecnológico en la industria del automóvil. Estos vehículos utilizan hidrógeno comprimido como combustible y generan energía eléctrica a través de celdas o pilas de combustible de alta eficiencia.
En el proceso de electrólisis inversa dentro de la celda de combustible, el hidrógeno del depósito del vehículo y el oxígeno del ambiente reaccionan, oxidando el hidrógeno y convirtiendo los electrones encorriente eléctrica. Esta corriente carga las baterías que suministran energía al motor eléctrico y como resultado de este proceso, se emite vapor de agua a través del tubo de escape.
La tecnología FCEV ofrece las ventajas de los vehículos eléctricos en términos de reducción de emisiones contaminantes y ruido, así como las ventajas de los vehículos de combustión interna en cuanto a tiempos de recarga, que pueden rondar los cinco minutos.
A pesar de estas ventajas, el costo y la falta de puntos de recarga a nivel mundial han limitado el número de vehículos FCEV en circulación.
Además, los coches eléctricos de pila de hidrógeno no requieren transportar el peso de una batería grande, lo que proporciona más espacio y menos peso en el vehículo. En este sentido cabe destacar que generan la energía al momento, evitando la pérdida de energía asociada a la generación, almacenamiento y reutilización de la misma. Los coches FCEV también ofrecen una mayor autonomía, lo que reduce la necesidad de parar con frecuencia para recargar.
Por otro lado, los coches FCEV tienen una ventaja significativa en cuanto a su impacto en el medioambiente, ya que al emitir únicamente vapor de agua dejan una huella invisible en el entorno, contribuyendo así al cuidado y la preservación del ecosistema.
Se clasifican como vehículos de emisiones cero y comparten la misma pegatina azul que los coches eléctricos, lo que resalta su compromiso con una movilidad más limpia y sostenible.
Los vehículos propulsados por gas funcionan mediante un motor de combustión interna que utiliza gas como combustible en lugar de gasolina o diésel.
Bajo el paraguas de la etiqueta ambiental ‘ECO’, pueden dividirse en diferentes tipos. En primer lugar, se encuentran los vehículos de gas natural comprimido (GNC), los cuales funcionan de manera similar a los vehículos de gasolina que utilizan motores de combustión interna encendidos por chispa, combustible o cilindro. Estos vehículos tienen un menor impacto ambiental, ya que reducen las emisiones de monóxido de carbono (CO) en un 95%, óxidos de nitrógeno (NOx) en un 90%, hidrocarburos en un 80%, óxidos de nitrógeno en un 30% y dióxido de carbono (CO2) en un 25% en comparación con la gasolina, y en un 35% en comparación con el diésel. El GNC no contiene azufre, partículas, plomo, metales pesados ni aditivos tóxicos.
Debido a que el gas natural comprimido no es tóxico ni corrosivo, el GNC no representa ningún riesgo ambiental en caso de fuga.
En segundo lugar, se encuentran los vehículos propulsados por Gas Natural Licuado (GNL), los cuales funcionan con un motor de combustión interna. El gas natural licuado ha sido procesado para ser transportado y almacenado en estado líquido a baja temperatura, concretamente a 160 grados bajo cero, lo que permite reducir su volumen unas 600 veces. El GNL y el GNC son el mismo producto, pero en diferente fase térmica.
En tercer lugar, se encuentran los automóviles movidos por Gas Licuado del Petróleo (GLP). Este tipo de carburante alternativo se trata de un derivado del petróleo o del gas natural que, sometido a presión, se surte en estado líquido. Está compuesto por butano, propano, polipropileno o butileno, o una mezcla de algunos —o todos—estos hidrocarburos, y ofrece prestaciones similares a los carburantes tradicionales, además de reducir las emisiones y producir un ahorro en el gasto de carburante.
En último lugar, se encuentran los vehículos que funcionan a partir de biogás, un tipo de gas renovable que se obtiene al procesar diferentes residuos orgánicos. Está compuesto principalmente de metano (CH4), dióxido de carbono (CO2), nitrógeno (N2) y otros gases. Los vehículos propulsados por esta tecnología producen entre un 60 y 80% menos de emisiones de gases de efecto invernadero en comparación con los combustibles fósiles. Para fabricar el biogás, los residuos orgánicos se someten a un proceso de digestión anaerobia para lograr su descomposición y generar una serie de gases. El repostaje del depósito de estos vehículos no dura más de tres minutos.
Se trata de motocicletas o vehículos ligeros propulsados exclusivamente por energía eléctrica almacenada en sus baterías. Esta energía se puede cargar mediante conexión del vehículo a la red eléctrica, pero en la mayoría de los casos las baterías pueden extraerse para recargarse fuera del vehículo (en casa o en el trabajo, por ejemplo) o intercambiarse por otras baterías ya cargadas. La ligereza de estas baterías, dada la baja demanda eléctrica necesaria para mover estos vehículos, hace posible que el usuario pueda realizar estas operaciones con las baterías de forma independiente al vehículo.
Dado el reducido tamaño y peso, los motores de combustión actuales de los vehículos ligeros de forma general no precisan de un sistema eléctrico paralelo para haber reducido a mínimos su impacto medioambiental. Con los últimos avances tecnológicos, muchas de las motocicletas urbanas ya ofrecen cifras de consumos inferiores a los 2 litros de combustible por cada 100km, con unas emisiones de CO2 inferiores a los 50g/km, y que seguro continuarán reduciendo conforme evolucionen las tecnologías.
Además, la industria está invirtiendo importantes recursos de innovación en diferentes vías, para que el marco heterogéneo de vehículos y las necesidades a cubrir puedan cubrirse progresivamente en búsqueda de las emisiones netas cero. De esta manera se están desarrollando diferentes tecnologías en torno a combustibles renovables (e-fuels, biocombustibles, hidrógeno verde...), así como posibles hibridaciones ligeras para los vehículos de mayores prestaciones.
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